HERMANAS, RESPONSABILIDADES Y FUNCIONES

Hermanas, responsabilidades y funciones

 Ed. Lampara y Luz 

¿Está contenta de ser mujer?

Yo lo estoy, estoy muy contenta por ello, al poder glorificar a Dios  en mi vida diaria y en la congregación, eso si debmos hacerlo como el lo estableciera en la biblia.


Consideremos primero el orden bíblico:

En Cristo todos somos iguales a los ojos de Dios, Gálatas 3:28, pero por lo que concierne a nuestra vida a la tierra, Dios ha establecido un orden y el ha dado a las mujeres la igualmente importante tarea de estar sujeta al liderazgo que El estableció.

No se  trata de un tema de superioridad ni inferioridad, tampoco de machismo, de ninguna manera, es solo el orden establecido por Dios...


Veamos el orden según 1 corintios 11:3:     

 

                    Cristo es la cabeza de todo hombre;

 

                    El hombre la cabeza de toda mujer;

 

                    La cabeza de Cristo es Dios.

 

Y de este orden podemos ver  uno de los mandamientos,

 

la mujer se cubra en la congregación


  1 corintios 11:4-15

"Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrente su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado, porque si la mujer no se cubre que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso cortarse el cabello que se cubra."


Otro mandamientos es

Guardar silencio en la congregación véase en

 

1 corintio 14:34

"Vuestras mujeres callen en la congregaciones; porque no le es permitido hablar, sino que estén sujetas, como la ley también lo  dice".


Y en

1 Timoteo 2: 11-12-13  11

La mujer  aprenda en silencio, con toda sujeción.

Considero que  este mandamiento no es algo por lo cual estar resentida ni traumada. Esto no tiene nada que ver con la cultura ya que Dios dio este mandamiento a Corintio y a Timoteo en el Asia menor, dos culturas totalmente distintas que hasta guerras tuvieron.


¡Oh! Dirán... pero que hacemos nosotras entonces, bueno tenemos muchas otras funciones que cumplir a continuación veremos algunas:


FUNCIONES DE LA MUJER SEGUN LA ESCRITURA


A)     Cuidar la forma de vestir 1 Timoteo 2:9


B)     Orar  Ana sabia orar 1 Samuel 1:10,11 – sabe si usted ora seria de gran Bendición para la congregación por ejemplo puede orar por: - Por nuevos creyentes – Escuela dominical maestros y alumnos – por los pastores para que cuiden la asamblea – Por los que predican, etc.


C)     Trabajo prácticos en la asamblea en el Antiguo testamento algunas mujeres realizaban tareas en el tabernáculo véase en Éxodo 35:25-26. Hay muchas cosas que podemos hacer en las asambleas tales como: Ayudar con los alimentos en ocasiones especiales- Ayudar en el servicio y la limpieza entre otras.


D)     Enseñar a los niños Jacobed enseño a Moisés acerca del Dios verdadero, a consecuencia de lo que él siguió al Señor.- o Eunice que enseñó a su hijo Timoteo y este llego a ser un siervo fiel de Dios.


E)     Reuniones con otras mujeres María era líder entre las mujeres y dirigía su alabanza y adoración véase en Éxodo 15:21. Como también enseñen y de ejemplo a las mujeres  jóvenes véase en Tito 2:3-5


F)      Ser hospitalaria  La mujer de Sunem , ella le dio la bienvenida y le hizo sentir cómodo a Elías el profeta de Dios véase en 2reyes 4:8-10


G)     Bondad  Febe era sierva de la iglesia en Cencrea y ayudaba a muchas personas véase en Romanos16:12. La mujer virtuosa mostraba bondad a los pobres y necesitados Proverbios 32:20


H)     Animación  Débora  animaba a Barak que guiara al pueblo de Israel en su lucha contra los enemigos, así nosotras debemos animar a los jóvenes y a los que predican, con una palabra de aprecio por lo que están haciendo.


               Y con el amor con que el nos salvo, temerle y cumplir sus mandamientos.

                Un saludo en el nombre del Señor, una hermana en Cristo.

                                                                                     

INSTITUTO IBHEC 

INSTITUTO BIBLICO HERMANOS EN CRISTO

                  

MENSAJES PARA LA MUJER CRISTIANA DE HOY

Jeremías 6:16 Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.

Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él

El velo de la mujer cristiana

El velo de la mujer cristiana

El velo de la mujer cristiana

La historia de la iglesia primitiva da testimonio que las mujeres cristianas de entonces llevaban el velo. Tertuliano, un líder de la iglesia que vivió en los años 160–222 d.c. escribe que no sólo las mujeres casadas, sino también las vírgenes usaban el velo en las iglesias que fueron establecidas en la época apostólica. Otro líder cristiano de la antigüedad, Crisóstomo, testifica que en su época también todas lo llevaban. En las catacumbas [Un conjunto de pasillos y cuartos subterráneos debajo de Roma donde se escondían los cristianos durante tiempos de persecución.] se pueden ver muchos dibujos en las paredes hechos por los cristianos de los primeros siglos. En esos dibujos las mujeres tienen la cabeza cubierta con un velo.

 

otro velo de la iglesia primitiva

Ejemplos del tipo de velo usado por las cristianas primitivas ---


No sólo en los primeros siglos, sino a través de la historia muchas iglesias han enseñado y practicado que la mujer debe cubrirse. Pero en estos tiempos modernos casi todas las iglesias han desechado este mandamiento junto con muchas otras enseñanzas bíblicas.


¿Ha cambiado Dios su palabra? ¿Acaso tienen razón los que no practican este mandamiento bíblico en sus congregaciones?


Consideremos lo que dice la Biblia, citando de 1 Corintios 11.2–16:


"(2) Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como os las entregué. (3) Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. (4) Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. (5) Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. (6) Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. (7) Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón. (8) Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, (9) y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. (10) Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. (11) Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; (12) porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios. (13) Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? (14) La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? (15) Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. (16) Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios."

 

P.A.R.

¿Qué clase de velo se debe usar? ¿Acaso la mujer cristiana puede escoger cualquier pañuelo para cubrirse?


La Biblia no enseña alguna forma o algún patrón específico para el velo. Pero pensando en el significado espiritual que tiene el mismo concluimos que no debe ser un sombrero, una gorra, o un pañuelo cualquiera como se usan en el mundo. De esa manera perdería su significado; no sería entonces una "señal de autoridad". El velo de la mujer cristiana debe ser distinto a cualquier otro cubrimiento.


El peinado, el vestido, y el comportamiento de la mujer cristiana deben concordar con el uso de su velo. Los peinados ostentosos, la ropa inmodesta, o la conducta desvergonzada destruyen lo que el velo representa. Para que el uso del velo sea de provecho para la mujer cristiana, la iglesia, y la sociedad, tiene que acompañarse de modestia, pudor, y decoro cristiano. De esa manera se convierte en un testimonio poderoso del plan de Dios para la humanidad. Sin embargo, cuando el velo es llevado por una mujer de mal carácter se convierte entonces en una vergüenza al nombre de Dios. El velo no puede cambiar el corazón de la mujer.

 


¿Acaso no será el cabello el velo?


Muchos han rechazado el velo, diciendo: "El apóstol dice en el versículo 15 que el cabello es el velo. Entonces no se necesita otro cubrimiento."

Si usted lee los versículos 4–7 cuidadosamente notará que Pablo habla de dos cosas distintas, el cabello y el velo. "Si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello" (v. 6). ¿Acaso usaría la palabra "también" si hablara sólo de una cosa? Si en este caso el cabello fuera el velo, cuando ella se descubre ya no tendría cabello para cortar. También notamos que el velo que se menciona en estos versículos es algo que se puede poner y quitar, lo cual no se puede hacer con el cabello.


Ya notamos que el apóstol usó el ejemplo del cabello (el velo natural que Dios le ha dado a toda mujer) para comprobar la necesidad del uso de otro velo (un símbolo de lo espiritual y un cubrimiento para el cabello). Es triste ver que lo que él dijo para apoyar esta ordenanza haya sido torcido por algunos para destruir la misma.15


Además, en el idioma original que fue escrito el Nuevo Testamento, en griego, este pasaje emplea dos palabras distintas. La primera se usa en los versículos 5–6 y la otra en el versículo 15. La primera (katakalupto), que se traduce como cubrirse, quiere decir "cubrirse plenamente, velar, esconder". Esta palabra se refiere al velo artificial que simboliza la sumisión de la mujer y se manifiesta cuando ella cubre el velo natural, el cabello. Y la otra palabra (peribolaion), que se traduce velo en el versículo 15, se refiere al velo natural que Dios le ha dado a toda mujer. Si el velo del versículo 15 fuera el mismo velo de los versículos 5–6, ¿no se usaría una sola palabra en vez de dos? ¿No queda claro que se refiere a dos cubrimientos, uno simbólico y el otro natural? Claro que sí.

 

¿Qué autoridad tiene este pasaje bíblico?


Otros que no aceptan la enseñanza de este pasaje tuercen también el versículo 16 que dice: "Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios". Estos "indoctos e inconstantes" piensan que lo que Pablo dice aquí es que si alguno no quiere recibir esta doctrina, está bien, no hay problema. Ellos dan a entender que la misma no se practicaba en ninguna de las iglesias de Dios. Algunos hasta se atreven a decir que no es obligatorio, sino que es algo que pertenece a la opción de cada persona.


Pero, ¿cómo es que podemos hablar así de la santa palabra de nuestro Dios? ¿Acaso habla Dios en vano? Él no hubiera inspirado a Pablo a escribir las instrucciones de la primera parte del capítulo para luego desecharlas en el versículo 16. Dios no se contradice.


Lo que quiere decir este versículo es esto: "Si alguno quiere oponerse a esta ordenanza, sepa que las iglesias de Dios no tienen tal costumbre de que las mujeres anden sin velo." Sí, este pasaje tiene la autoridad divina. Lea otra vez los primeros dos versículos de este capítulo. Además, no olvide lo que aparece en 1 Corintios 14.37–38.

 


¿No será acaso que este pasaje es tan sólo para los corintios?


Otros dicen que este capítulo fue algo escrito sólo para las mujeres de aquella época en la cultura de Corinto y que ya no tiene vigencia. ¿Acaso ellos podrían decir lo mismo de la última parte del capítulo que habla de la santa cena? Además, al comenzar esta epístola Pablo la dirigió "a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo" (1 Corintios 1.2). Esto incluye a todos los creyentes de toda época y de toda cultura. Es por eso que Pablo advirtió en la misma carta: "Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor" (1 Corintios 14.37). Recordemos que "toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil ... a fin de que el hombre de Dios sea perfecto" (2 Timoteo 3.16–17).


Notemos también que todas las evidencias citadas por Pablo que apoyan el uso del velo (vv. 8–16) son cosas que tocan igualmente a las mujeres de cualquier época y cualquier cultura: la creación, los ángeles, y la naturaleza. Son cosas que no cambian, no importa el siglo ni el lugar.

 

P.A.R.

 

¿ES ESCRITURAL


QUE UNA MUJER


HABLE EN LA IGLESIA?

 

 

El lector notará que nuestra pregunta no es, ¿Es justo, conveniente, o razonable que una mujer hable en la iglesia? Sino, ¿Es esto escritural? Ésta no es una cuestión de costumbre, o práctica de la iglesia en general, sino ¿Qué dice el Señor? Esto debe establecer y arreglar todo para el verdadero creyente, y es para tales que escribimos.

 

Ésta es una materia que sólo concierne a aquellos que profesan ser gobernados por las Santas Escrituras, por medio de las cuales el hombre de Dios "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2ª Timoteo 3:16) y para mantener un orden piadoso en la iglesia o asamblea, ésta es ciertamente una de aquellas buenas obras. No hay necesidad por tanto de volvernos a la historia, o a la tradición para decidir esta cuestión.

 

Procedemos entonces ahora a investigar lo que Dios nos dice en Su palabra acerca del hablar de la mujer en la asamblea.

 

La primera escritura a la cual nos volvemos es el bien conocido pasaje 1ª Cor.14:34-35 ...

"vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación". Aquí se nos dice claramente que la mujer no debe hablar en la asamblea. Debe comprenderse que la "iglesia", no es el edificio, sino la reunión de los santos, de Su pueblo. La expresión "en la iglesia" o "iglesias" se usa cinco veces en este capitulo (19, 28, 33, 34 y 35) y siempre esto significa la reunión de los cristianos en  asamblea. El lugar _ sea este un edificio o un lugar especial, una casa privada, o aun una reunión al aire abierto_ esto no es de importancia, ya que no es el lugar, sino las personas y el propósito de la reunión.

 

Comprendiendo esto, nuestra próxima investigación debe ser qué significa el "silencio" aquí mencionado. ¿Piensa el apóstol en un "silencio absoluto" o en "uno condicional", como algunos han sugerido en sus esfuerzos para justificar la práctica de mujeres predicando, orando o dando testimonio en reuniones Cristianas? Un vistazo del capitulo hasta el v.34, hace claro que el apóstol está dando instrucciones para los hombres en cuanto al ejercicio de su don. Él dice en el v.23 "Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar". Ellos deben hablar uno a la vez; y el límite debe ser dos o tres; y los otros deben juzgar. "Todos podéis profetizar uno por uno". Ellos estaban hablando en exceso, evidentemente, porque él dice en el v.26, "¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación". Cuales hayan sido los ejercicios mencionados aquí, los hermanos estaban abusando de su libertad, estaban hablando demasiado. Por lo cual él procede a corregir este desorden, esto lo hace hasta el v.33. Después se vuelve hacia las hermanas y les manda "vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice". No hay aquí intento por regular la forma o la frecuencia de su actuación (como ha sido en el caso de los hombres); él simplemente manda que ellas deben mantener silencio, diciendo, "no les es permitido hablar".



Decir, como algunos lo han hecho, tratando de evadir la fuerza de este pasaje, que la palabra aquí significa "chismear" o "murmurar", o "susurrar" durante el "servicio", es delatar la debilidad de su posición, ya que ellos deben recurrir a tales argumentos para defender su oposición a lo que el apóstol establece en claros términos.

 

La misma palabra griega para "hablar" es usada a través de todo este capitulo. En el v.21 ésta se usa acerca de Dios "En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo". No, lector, la palabra no significa "susurrar, chismosear, etc.". Sino "hablar"; y el apóstol dice  "porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación" (v.35).

 

En vista a esto, ¿Cómo alguno puede contender que la mujer, puede y debiese, hablar en la iglesia, y ejercer allí sus dones y habilidades_ aunque ese pueda ser mejor que el de los hombres?.

 

¡Oh! Algunos responderán liviana e impertinentemente: "Pablo era soltero, y estaba tratando de oprimir a las mujeres" ¿Ésta es la estimación en la cual usted tiene la Palabra de Dios? ¿Es para usted la Escritura solo la palabra de Pablo o Pedro, o de algún otro hombre? Si es así, no es de ninguna utilidad seguir adelante con nuestra investigación, porque nuestro único estándar de autoridad es la Palabra de Dios, y si la Biblia no es completamente y en todo lugar la Palabra de Dios para usted, no tenemos  autoridad a la cual apelar, y bien podemos entonces dejar aquí este tema. Pero deseamos pedir a aquellos para los cuales "es dada por inspiración de Dios", que lean el v.37 "Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor". Esto debe establecer todo para el alma sujeta a las Escrituras. Éstas no son órdenes arbitrarias de un mero hombre, prejuiciados a favor de su propio sexo, o contra las mujeres, sino "mandamientos del Señor" por tanto debemos someternos a ellos sin ningún cuestionamiento.

 

Otros nos dicen que esta prohibición era sólo local, solo pensada para las mujeres de Corinto que estaban tomando parte sin estar calificadas en los ejercicios públicos de la asamblea. ¿Quién les dijo a ellos que las mujeres en Corinto eran diferentes, menos modestas o decorosas que las mujeres de otras localidades? La Escritura no nos dice nada de esto_ tampoco la historia, si se pudiese apelar a algo fuera de la Biblia.

 

¿Pero está esta aplicación sólo limitada a las mujeres de Corinto? Lea el comienzo de la epístola, y vea ¿A quién está esta dirigida? "A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro" (1:2) esto es decisivo_ ¿O no? Las instrucciones dadas en esta epístola no son meramente locales, sino que han sido designadas para, y dirigidas a todos los cristianos profesantes de todos los lugares_ a todos lo que en cualquier lugar invocan el nombre del Señor. Y en el mismo pasaje bajo discusión el apóstol no dice "vuestra iglesia", sino a "las iglesias" lo que prohíbe que se limite su aplicación sólo a la asamblea local de Corinto.  Y añade "como también la ley lo dice", refiriéndose no a un pasaje particular, sino a todo el Antiguo Testamento (ver Génesis 3:16 y 1ª Pedro 3:5).

 

El lugar de la mujer es de sujeción, de retraimiento, y no de liderazgo. Esto determina y pone a un lado completamente la contención de aquellos que dicen que esto era sólo cosa de Pablo. Él presenta la ley como un segundo testigo para añadir fuerza a lo que dice por el Espíritu Santo. Y en lugar de estar el apóstol contra las mujeres, como algunos injustamente lo acusan, él honra en todo lugar a las mujeres, pero en su propia esfera, y manda que sus maridos las amen como Cristo amó a la iglesia (Efesios 5:25 y Col:3:19). En Romanos 16 donde él menciona honrosamente a un número de creyentes, encontramos no pocos nombres de mujeres. Para citar a otro "los anales de la literatura antigua y moderna pueden ser sondeados en vano para encontrar algo comparable  con la dignidad y ternura de tratamiento que el apóstol demanda para la mujer en el matrimonio" (Efes.5). Y ningún escritor de tiempos antiguos o modernos ha hecho tanto para elevarla y bendecirla. Considere a la mujer donde sus escritos son desconocidos  o despreciados, y también véala donde los hombres andan bajo la influencia y poder de sus enseñanzas. En un caso las mujeres viven como en un infierno sobre la tierra; en el otro ella es valorada y amada como Cristo amó a la iglesia. Aun así, éste es el hombre que es acusado por mujeres decentes y respetables y prominentes. Para confirmar lo que se ha dicho arriba en relación a 1ª Corintios 14:34, como no teniendo una aplicación local citemos nuevamente a J. H. Brooks: "Todos los expositores de algún valor concuerdan en conectar este versículo con el anterior, que nos dice, "pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos".  Y "Como en todas las iglesias de los santos vuestras mujeres callen en las congregaciones". Esta vista es confirmada por lo que el apóstol dice en otra parte cuando está discutiendo el mismo tema de lugar de la mujer en la iglesia, él dice, "Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios" (1ª Cor.11:16).

Los Corintios en este tema del hablar de la mujer en la iglesia, parecían estar tomando el fundamento de muchos en nuestros propios días, diciendo que esto es algo que cada iglesia o persona debía decidir por sí misma. Ellos pensaban que eran libres para hacer como a ellos les agradaba en esta materia: el apóstol niega esto  diciendo, "¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?" (v.36); es decir, ¿Tienen ustedes autoridad de parte del Señor para hacer así en este tema? La palabra de Dios no ha salido desde ustedes, sino que ha llegado hasta vosotros. Ellos por tanto debían someterse al mandamiento dado por el Señor a través del apóstol. Antes de dejar este pasaje puede ser bueno responder a la sugestión hecha por algunos que dicen que la prohibición se aplica sólo a mujeres casadas; porque como, dicen ellos ¿Podrían ellas preguntar en sus casa a sus maridos si están solteras? ¿Pueden los tales suponer que una mujer casada está menos capacitada para hablar en la iglesia que una soltera?. El pensamiento es simplemente que las preguntas deben hacerse en casa, no en la asamblea.

 

Algunos se han burlado de la idea de una mujer inteligente preguntando a un marido ignorante en casa. Éste es el razonamiento de una mente mundana, más bien de uno que honra a Dios y Su palabra. Uno ha respondido a esto muy adecuadamente, «Una mujer cristiana tomando el lugar que se le ha asignado por el Gran Cabeza de la iglesia testifica para Él y por Él por medio de un silencio más efectivo que la predicación».

 

Muy parecido al pasaje que hemos tenido ante nosotros es aquel que se encuentra en 1ª  Timoteo 2:11-15 "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero, después Eva; 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en trasgresión. 15 Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia". Esto también se relaciona con el lugar de la mujer en la asamblea, porque aunque la epístola no está  dirigida a una asamblea propiamente, está escrita para que Timoteo sepa como  conducirse a sí mismo "en la casa de Dios que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad" (1ª Timoteo 3:15).

 

La mujer debe aprender en silencio_ no debe enseñar. Sino aprender, en silencio, con toda sujeción, ese es el lugar que Dios le ha dado. Éste es el lugar que ella debe tomar; no con resentimiento, o malhumoradamente, sino con alegría y voluntaria obediencia  al mandato del Señor, que es la única forma de obediencia para Él. Ésta es la "perfecta ley de libertad", y para el alma sujeta, Sus mandamientos "no son gravosos".

 

El silencio mandado aquí incluye  la oración audible por parte de las mujeres en el lugar público de la asamblea, porque en el v.8 el apóstol dice: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda". He puesto el artículo ante la palabra "hombres", porque así lo traduce la Versión revisada. Esta instrucción se relaciona con lugares públicos evidentemente, no a la privacidad, donde la mujer tiene el más pleno privilegio de comunión con Dios en oración, súplicas y acciones de gracias. En público, el apóstol dice a las mujeres que ellas deben "guardar silencio". Todo esto está en pleno acuerdo con lo que se nos enseña en 1ª Corintios 14.

 

El silencio mandado sobre las mujeres no descansa o se apoya solamente en un texto de la Escritura (aunque el creyente humilde no necesita más), sino que esto se encuentra en varias porciones de la palabra de Dios. Y como está escrito "en boca de dos o tres testigos sea establecida toda palabra", los versículos ante nosotros son un segundo testigo de lo que Dios ha ordenado, por lo que debemos por tanto "contender ardientemente" (Judas 3).

 

Y tenemos aquí en Timoteo lo que no se nos dice tan claramente en Corintios. La razón por la cual la mujer no debe enseñar en la asamblea. Se nos dan dos razones; una es la prioridad de Adán en la creación, lo que implica el pensamiento de señorío; la otra, la mujer fue engañada. Aquí se nos dice que Adán no fue engañado como Eva, él pecó con sus ojos abiertos, él fue aun más culpable que su esposa, pero fue ella la que fue engañada. Y habiéndose mostrado como una mala líder en este respecto, en el sabio gobierno de Dios ella fue privada del lugar de enseñanza y autoridad en la iglesia. No decimos que el lugar de la mujer es  inferior al del hombre, sino un lugar solo diferente. Podríamos decir que, posicionalmente el hombre es superior, pero no es en sí mismo, como adecuadamente alguien ha dicho. «Aquí en 1ª Timoteo 2:14 tenemos la primera y más poderosa advertencia contra las mujeres tomando el liderazgo, en la misma partida de la jornada del hombre a través del mar del tiempo».

 

No decimos esto para menospreciar a las mujeres; porque, como lo hemos declarado antes, es sólo posicionalmente que el hombre está sobre la mujer, y es sólo en cuanto a esta posición, o prioridad que estamos contendiendo aquí. Como otro ha dicho: «No se trata aquí de la habilidad de la mujer. Admitimos felizmente que comparada con el hombre, la mujer no muestra inferioridad de genio, cultura, tacto, etc., Y contrapesando todos sus dones y gracias, está el demostrado hecho que su presencia y poder en el servicio a Cristo han sido, bajo la mano de Dios, esenciales para el éxito, y aun la continuación de la iglesia. Si ella fuese quitada de la esfera de acción, probablemente cada congregación Cristiana en la tierra pronto vendría a ser un estanque paralizado. Como una regla, la mujer es ciertamente la fuerza más efectiva, no sólo en la familia, sino también en la iglesia, para mantener un testimonio consistente para Cristo, y para fortalecer las "cosas que quedan". Y esto viene de la pluma de uno que firmemente ha levantado su voz  contra el que la mujer hable en la iglesia o asamblea, J.H.Brookes.

 

El mismo elocuente escritor dice además, a favor de la devoción de la mujer a Cristo, y su celo por Su causa, «Cristo vino para salvar a mujeres como también a hombres pecadores, y es para la gloria de Su gracia que no encontramos de las primeras, instancia de una negación de Su nombre, ni apostasía de Su causa. Pero es un hecho que de estas valientes consagradas mujeres, Él no escogió de entre ellas apóstoles; ni ninguna mujer estuvo entre aquellos setenta enviados, que fueron comisionados como los heraldos públicos para proclamar Su acercamiento a cada ciudad y lugar hasta donde Él iría. Las mujeres que lo amaron por Su gracia salvadora parecen haber estado más que contentas de seguir Sus pasos, ministrándole de sus bienes, hablando de Él personal, y privadamente; y cuando no podían hacer más, le ofrecieron a el más agradecido y aceptable servicio, el único servicio que ellas podían ofrecerle, cuando lo miraban en la cruz a través de sus ojos llenos con lágrimas, y después vinieron para ungir Su precioso cuerpo y lloraron ante Su sepulcro».

 

Pero no es sólo en la iglesia que la mujer debe estar en sujeción; hay otras dos esferas  en las cuales ella debe mantener la misma actitud en referencia al hombre - en el hogar y en el mundo.

 

Pero volvamos a 1ª Corintios 11, para esto. Allí leemos, "Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo". Aquí se nos presenta el lugar de la mujer en la esfera natural. El hombre es el cabeza. Esto tampoco implica inferioridad (si esto fuese así también implicaría que Cristo es esencialmente inferior a Dios, Su Padre - un pensamiento imposible de aceptar para aquellos que creen en Su Deidad eterna); pero, posicionalmente, y como Hombre, el bendito Hijo tomó el lugar de sujeción y obediencia al Padre. En los v.4-7 el apóstol dirige que en la oración o en el profetizar, la mujer, como señal de su sujeción al hombre, debe cubrir su cabeza; mientras el hombre, por el contrario, no debe cubrir su cabeza. Esta costumbre de cubrirse (esto fue observado en todo lugar en asambleas Cristianas hasta años recientes), y ha sido un testimonio por edades de la verdad puesta ante nosotros aquí, que el hombre es cabeza de la mujer. "Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, 9 y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón" (v.8-9). Después en los v.10-16 él concluye el tema, dando las razones por las cuales la mujer debe cubrirse mientras está participando en el acto de ruego y oración: "Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles" (v.10). Los santos ángeles están interesados en la familia de Dios sobre la tierra. Ellos han sido testigos de la terrible rebelión de algunos de sus compañeros en el cielo, en edades pasadas, "que no guardaron su primer estado". Ellos ahora miran para ver la sujeción a la autoridad y orden de Dios en el círculo de los redimidos. Como se ha expresado bellamente, «la iglesia, por tanto, es el libro de estudio que los ángeles especialmente se deleitan en leer, el espejo más brillante que refleja la multiforme y celestial gloria del Dios triuno; y si los ángeles ven a la mujer dejando su lugar de sujeción y silencio en la iglesia (la mujer como un tipo de la iglesia, sentada a los pies del Señor Jesús y aprendiendo de Él), el libro de estudio será borrado, el espejo será borroso, cuando los ángeles miren hacia abajo con adoración y maravilla» (ver 1ª Pedro 1:12 y Efesios 3:10).

 

Está más allá de nuestro propósito intentar explicar todo lo que estos versículos enseñan; el punto que deseamos enfatizar es que el hombre es cabeza, no sólo en la iglesia, sino en todo lugar; de igual manera que el lugar de la mujer es aquel de sujeción. El pelo largo es su gloria; porque por medio de éste ella muestra su dispuesta sumisión al lugar que Dios le ha asignado en la naturaleza; y en ocasiones especiales  ella debe tener, en adición a su cabello largo, una cubierta sobre su cabeza para dar énfasis al hecho. Si ella se niega a hacer esto, el apóstol, en evidente ironía, dice, "Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra" (v.6), es decir, sea como el hombre. Algunos, para su vergüenza sea dicho, han ido hasta esto, mostrando de este modo su total menosprecio por lo que está escrito en la palabra de Dios, y la rebelión de sus propios corazones contra el lugar asignado por Dios desde la caída. El hombre, por otra parte, y por semejante razón, no debe tener su cabello largo como la mujer; porque, dice el apóstol, "La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? 15 Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello" (v.14-15).

 

El liderazgo, por tanto, ya sea sobre la plataforma o en las asambleas, las calles, o algún lugar público, está prohibido para las mujeres por la palabra de Dios.

¿Qué puede entonces hacer la mujer? Mucho, realmente, y en diversas formas. Dios ha provisto una gran esfera para sus energías y dones para su servicio, no sólo en su familia, de la cual ella es el amado y honrado centro, sino también en reuniones de mujeres, en escuelas dominicales, distribución de tratados, visitas de casa, y muchos otros lugares donde el hombre es ineficiente - donde él no es nada comparado con la mujer - como el ministerio entre los enfermos.

 

Para citar las bien escogidas palabras de otro: «el confort y estímulo que una mujer cristiana activa, y piadosa - movida por amor a Cristo y a las almas, y aun así gobernada por la Escritura - puede hacer es incalculable. Nosotros respetamos profundamente a tales personas. María ungió al Señor para Su sepultura. Marta sirvió bien al Señor. Dorcas se hizo a sí misma profundamente amada debido a sus buenas obras. Febe fue una sierva o diaconisa de la iglesia y una ayuda a muchos. Lidia recibió en su casa al apóstol. Priscila, sujeta al liderazgo de su marido, ayudó a Apolos a comprender mejor el camino de Dios. Mujeres trabajaron con Pablo en el evangelio. ¡Qué las descendientes de estas piadosas mujeres se encuentren en cada ciudad del mundo! ¡Feliz y bendito servicio! No hay lugar para que las mujeres se quejen antes las restricciones divinas puestas a su servicio. Hay más obra para ellas que hacer que la que pueden abarcar».

 

Pero es en el círculo familiar, como esposa y feliz madre de hijos que la mujer  encuentra su especial esfera en la cual glorificar a Dios; es allí que ella brilla más, y podemos añadir, que ejerce la más poderosa influencia. Es un notable hecho, como otro lo ha señalado, que en los libros de Reyes y Crónicas, donde los monarcas reinantes  ejercían importante influencia con el pueblo y en el testimonio de Dios en aquel tiempo, se nos dice unas treinta veces "el nombre de su madre fue"; lo que fue probablemente el factor más importante en moldear el carácter de los hombres que gobernaron a Su pueblo Israel. Sólo la eternidad revelará plenamente todo lo que Timoteo debió a su primera educación de su madre Eunice, y la influencia, ya sea directa o indirecta, de su abuela Lois (ver 2ª Timoteo 1:5).

 

"Hay un campo especial", dice otro, "indicado como el campo de ministerio de la mujer - una esfera donde una santa forma de vivir y un hablar discreto tienen su lugar (ver Tito 2:4-5)".

 

Nos queda considerar unas pocas objeciones, y escrituras a las cuales se refieren aquellos que se niegan a creer que Dios piensa justo lo que Él dice en el mandato "vuestras mujeres callen en las congregaciones" (1ª Corintios 14:34). Una de las más comunes es que la mujer a menudo puede predicar y orar mejor que los hombres. Esto puede ser así, pero eso no los justifica para desobedecer la clara Palabra de Dios, que les manda a las mujeres "aprender en silencio". Engañadores a menudo predican más fluidamente que los verdaderos siervos de Dios (ellos a menudo lo han hecho así), pero ésta no es razón para ponerlos  en el pulpito o la plataforma. Una lengua fluida y una mente  inteligente  no necesariamente pueden ser llamadas por Dios a predicar. Y si se dice que "mujeres evangelistas" y las muchachas del Ejército de Salvación han sido muy usadas por Dios en la conversión de almas, respondemos. Todo esto puede ser verdad, pero aun así no se prueba nada. Es un hecho bien conocido que durante el avivamiento en Irlanda en 1859, pecadores han sido convencidos de pecado y convertidos mientras escuchaban a sacerdotes católicos romanos haciendo la misa. ¿Prueba esto que la misa es conforme a Dios? Hemos sabido de almas que han sido salvadas bajo la predicación de hombres que después se ha sabido, estaban viviendo en ese mismo momento en pecados secretos de seria naturaleza; y Dios ha usado aun a  hombres no convertidos para traer a pecadores a Sí mismo. El escritor fue guiado a tomar una decisión por Cristo por uno cuya vida desde ese tiempo ha evidenciado que él mismo no ha sido uno verdaderamente convertido.

 

Para muchos el argumento que, porque Dios en Su gracia soberana hace uso de mujeres predicadoras, significa que debe ser justo que ellas prediquen. Fue Finney quien dijo que no debemos salvar una sola alma de la muerte si no podemos hacerlo en la forma  señalada por Dios. Y cuando el gran Spurgeon fue una vez preguntado si él había escuchado predicar a cierta mujer, él respondió que una mujer puede predicar muy hábilmente, pero que eso era contrario a la naturaleza. Es mucho más importante que cualquiera de estas cosas, obedecer la Palabra de Dios; por medio de Samuel al rebelde Saúl se le dijo: "Obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención mejor que la grasa de los carneros".

 

El caso de las hijas de Felipe que profetizaban es a menudo alegado como prueba de que es justo que las mujeres prediquen. Pero esta escritura no dice, ni siquiera da un indicio, de que estas mujeres hayan ejercido su don públicamente[1]. Ellas evidentemente expresaron sus profecías en la privacidad de la casa de su padre (ver Hechos 21:8-9)[2]. Así, también, del "orar y profetizar" de la mujer en 1ª Corintios 11:15; esto no debiese ser en público, porque esto les está a ellas prohibido - "Y la Escritura no puede ser quebrantada".

 

María Magdalena y la mujer de Samaria han sido frecuentemente citadas como habiendo predicado ante los hombres; pero la Escritura no dice eso. La primera fue enviada por el Señor resucitado con un mensaje para Sus discípulos (Juan 20:17). Ella no fue enviada a predicar o a enseñarles, sino sólo para llevar un feliz mensaje de parte del Señor - un privilegio que cualquiera mujer cristiana puede ser de ello el feliz instrumento. De igual forma fue con la mujer de Samaria; ella también fue la feliz mensajera de buenas noticias, ¡Que ella había encontrado al Mesías! "La mujer entonces dejando su cántaro" dice el registro, "entrando en la ciudad, decía a los hombres, Venid, y ved a un Hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho: ¿No será este el Mesías?" Ella dijo así a todos los que encontraba, y éste es el precioso privilegio de todos. Éste, también, es todo lo que puede decirse del pasaje en Hechos 2:17-18. Las hijas de Israel, las doncellas de Jehová, debiesen profetizar ¿Pero dónde? No en la predicación pública, ciertamente que no, porque aun "la ley" les prohibía eso.

 

¿Pero no hay otro lugar aparte de la congregación pública para expresar las alabanzas, las misericordias y maravillosas obras de Dios?

La anciana Ana fue una "profetiza", esto es lo que se nos dice en Lucas 2:36; ella servía a Dios profetizando, y con oraciones y ayunos, dando gracias y hablando a todos los que esperaban la redención del niño Salvador a quien sus ojos habían visto en el templo. Elizabeth, "llena con el Espíritu Santo" profetizó a gran voz en cuanto a María, quien había venido a visitarla en su retiro. La misma María entonces prorrumpe en excelente alabanza para Dios su Salvador. Ana, en el Antiguo Testamento, expresa, bajo el poder del Espíritu, un canto profético de alabanza a Jehová, cuyo glorioso poder y gracia ella celebra en verdadero estilo profético.

 

Refiriéndose, sin duda, a María o Miriam en el mar Rojo, Salmo 68:11, que dice "El Señor daba palabra; había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas". Lo que también puede aplicarse a un tiempo similar cuando, movidas por grandes libertades, las mujeres se unen para alabar a Dios su defensor. Pero todo esto no es predicación, o tomar el liderazgo sobre los hombres, como lo muestra el siguiente versículo: "Huyeron, huyeron reyes de ejércitos, y las que se quedaban en casa repartían los despojos". Todo esto no es la Iglesia, ni la dispensación cristiana, sino que se aplica  proféticamente a Israel en los últimos días, y a la destrucción de sus enemigos. Estas son celebraciones de victorias por parte de las mujeres con cánticos, y danzas, como fue costumbre en tiempos del Antiguo Testamento.

 

El caso de Débora es a menudo presentado para justificar el que las mujeres tomen la guía y el liderazgo en la oración y en las reuniones evangélicas; pero no hay comparación entre la perfecta conducta de una mujer del Antiguo Testamento estimulando a un hombre más tímido para salir a la lucha contra un enemigo terrenal, y la practica de la mujer orando y predicando públicamente, lo que es claramente prohibido por la Palabra de Dios. Y esto no es, como muchos suponen, que Débora guió a los ejércitos de Israel, y que Barac actuó simplemente como su teniente, sino lo contrario - si es que Débora tuvo o actuó con alguna capacidad de mando: "Débora se levantó y fue con Barac a Cades" ella no guió, sino que sólo acompañó.

 

Éste es un adecuado lugar para citar las palabras de otro concerniente al lugar de la mujer en las Escrituras: «Su lugar enfáticamente no es uno de testimonio público. Hay sesenta y seis libros en la Biblia; y todos sus autores, que fueron claramente escogidos por Dios, fueron hombres. Ninguno de ellos fue mujer. Tenemos doce apóstoles; todos ellos hombres. Después tenemos el envío de los setenta por el Señor, en adición a los doce. Y no se nos dice que haya habido alguna mujer entre ellos. En Hechos 6 tenemos a siete hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y sabiduría, escogidos para servir a las mesas; ninguno de ellos fue mujer. Hay muchos testigos citados en 1ª Corintios 15 para probar la resurrección del Señor. Hombres individualmente son mencionados como testigos, pero no hay mención de una sola mujer. Esto es sorprendentemente significativo, ya que María individualmente fue la primera en ver a Cristo resucitado, y a ella Él le confió un maravilloso mensaje para Sus discípulos. Su exclusión de la lista de testigos es la prueba más fuerte posible de que la Escritura no da  a la mujer el lugar de testimonio público. Hubo obispos en la iglesia primitiva; y todos ellos fueron hombres. Diáconos y ancianos son descritos en 1ª Timoteo y Tito; pero todos ellos son hombres. Hay dos testigos en Apocalipsis 11; ellos son profetas - no profetizas, tampoco un profeta y una profetiza, sino hombres».

 

Nos referiremos a una parte más de la Escritura, presentada por aquellos que apoyan el ministerio público de las mujeres: ésta se encuentra en Gálatas 3:28. "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". Notemos que no se trata aquí de lo que somos en la carne (en el cuerpo) de lo que habla el pasaje, sino de lo que somos "en Cristo Jesús" - resucitado. Ésta es nuestra posición en gracia ante Dios, de esto es lo que está hablando el apóstol en esta escritura. "En Cristo", no hay sexo, o sus acompañantes relaciones, marido y esposa, padre, madre, e hijos. Pero aquellos "en Cristo" que están todavía en el cuerpo, con las relaciones a las cuales se liga el mandato del cual estamos hablando. Mientras estamos aquí en el cuerpo, estas relaciones terrenales existen, y las relaciones y orden asignados  deben ser desplegados en ellas. Sería una cosa terrible realmente si estar "en Cristo" a través de la gracia divina, nuestra responsabilidad en la naturaleza fuese abrogada y anulada.

 

¡Usar Gálatas 3:28 para apoyar el ministerio público para las mujeres viene de una extraña y total mala comprensión de las Escrituras!.

 

Mujeres cristianas, vuestro lugar en relación al hombre es claramente establecido en la Palabra de Dios de modo que usted necesita tener certeza, y ninguna duda tendrá en cuanto a la línea de acción que usted debe seguir, si está en usted ese espíritu de obediencia al Señor. Y no teniendo fundamento para duda, usted no tiene excusa para desobedecer. La responsabilidad descansa sobre usted de sujetarse, no a la Palabra de los hombres, sino al "mandamiento del Señor". Y es su felicidad y honor obedecer lo que está escrito. Los caminos del orgullo y la aprobación del mundo no será de ningún valor en "ese día" cuando el fuego de la santidad de Dios "y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará" (1ª Corintios 3:13). "Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente" (2ª Timoteo 2:5).

 

El servicio no tiene valor a los ojos de Dios excepto este sea rendido con un corazón dispuesto y sujeto, y en conformidad a las regulaciones establecidas en Su palabra. Podamos todos, hombres y mujeres, en la iglesia y en el hogar, y en nuestra necesaria comunicación con el mundo fuera, hacer sólo estas cosas que agradan a Aquel que "nos amó y se entregó a Sí mismo por nosotros, como una ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios" (Efesios 5:2). Somos santificados, no sólo por la sangre, sino también por el Espíritu, "para la obediencia de Jesucristo" (1ª Pedro 1:2) - para obedecer como Él obedeció. "Está escrito" fue siempre algo supremo en todo Su bendito camino aquí abajo, de sujeción y obediencia a Su Padre. ¡Pueda este mismo pensamiento estar en nosotros!.

 

No podemos concluir nuestro tema sin citar una vez más del valioso panfleto de J.H.Brookes: "Mujeres en la Iglesia" - «Nombres de mujeres son mencionados a través de todas las páginas sagradas tanto como nombres de hombres; algunos de ellos permanecen como brillantes ejemplos de fe y elevada consagración, e ilustre utilidad en el servicio de Dios, y algunos de ellos muestran toda la debilidad y pobreza de nuestra depravada naturaleza. Débora la profetiza fue levantada, cuando el coraje del hombre había fallado completamente, para romper el yugo de la opresión extranjera del cuello del postrado Israel (Jueces 4). En contraste, fue la profetiza Noadiah quien buscó por medio de malas maquinaciones derrotar a Nehemías en su labor de reedificar los muros de Jerusalén (Neh.6). Hulda, la profetiza, dio verdadero testimonio para Jehová (2ª Reyes 22); pero María la profetiza, aunque leemos de su cántico de triunfo cantado a orillas del mar Rojo, fue herida con la maldición de la lepra debido a su insubordinación, y por su queja contra su hermano Moisés (Núm.12). Eva tentó a Adán, quien fue bastante bajo para colocar la censura de su propio pecado sobre su esposa, e indirectamente sobre Dios, quien se la había presentado y sacado de su costado. Rebeca conspiró juntamente con Jacob para engañar a su primogénito y privarlo de la bendición; pero a Jacob se le hizo conocer el valor de una mujer fiel en la pérdida de la dócil Raquel, cuya triste muerte puso fin a sus aspiraciones y esperanzas terrenales, terminado para él todo aquello por lo cual era digno vivir, y en su cama de moribundo él resumió sus últimos años en las palabras proféticas, "en cuanto a mí, Raquel murió en la tierra de Canaán". A la viuda de Sarepta se le enseñó que la Palabra de Dios es verdad, sólo por medio de la amarga lección de una profunda aflicción personal; pero la madre Sunamita podía decir con fe firme e inmutable paz, aun sobre el cuerpo muerto de su querido hijo, "todo está bien". La hermosa Abigail fue una mujer de buen entendimiento, y ella apartó la ira de David en su loco camino de venganza; pero la hermosa Betsabé fue la víctima de su codicia; y el brillante reino de su hijo Salomón fue estropeado, y el mismo Salomón arruinado, por aquellas que el Espíritu Santo describe como "aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras" (Neh.13:26)».

 

Es un hecho notable que en los cuerpos religiosos o asociaciones  donde  el liderazgo público de las mujeres es aceptado, - la conveniencia y la voluntad humana suplantan ampliamente la Palabra de Dios. En ambos de estos casos, el bautismo cristiano y la cena del Señor son intencionadamente desatendidas; y obstinada desobediencia en una cosa guía a muchas otras.

 

Poco más necesita decirse del lugar de la mujer conforme a las Escrituras. Hemos intentado hacer nuestro examen tan exhaustivo como ha sido posible en un panfleto de medida conveniente para una circulación general, aunque más podría decirse si eso fuese necesario. En su lugar, la mujer es muy bella y admirable - en consagración especialmente. Fuera de su lugar, ella puede venir a ser la más efectiva herramienta de Satanás para arruinar a los hombres. Fue una mujer "Jezabel" a la cual se toleró en la iglesia de Tiatira, que enseñase y sedujese a los siervos de Cristo, introduciendo en el círculo de los santos de Dios doctrinas e influencias corruptoras del peor tipo, que se ven en su pleno crecimiento y resultado en la iglesia de Roma hoy. Y en días posteriores las mujeres han tenido parte prominente en los sistemas de error, más allá de Roma externamente, sino en algunos aspectos tan poco sujetos a la Escritura y malos como la designada "madre de las rameras y abominaciones de la tierra".

 

En contraste, y como un bello ejemplo para las mujeres piadosas, tenemos a la anciana Ana, de quien la Escritura da este digno relato: "Ella era hija de Fanuel (Fanuel significa rostro de Dios) de la tribu de Aser (feliz)... no se alejaba del templo, sino que servía a Dios con ayuno y oraciones noche y día". Ella es unida al venerable Simeón en sus acciones de gracias a Dios por Su don del niño Cristo, "y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén". Como se ha destacado, ella dio su testimonio, no en la congregación de Dios, sino en el templo. Ella había visto realmente "el rostro de Dios", y como consecuencia ella era "feliz", no en el ministerio público, sino en testimonio personal al Señor, su Salvador.

 

Vaya y haga de la misma manera, mujer cristiana, y usted también será "feliz" - feliz teniendo la probación de la sonrisa de Dios ahora, y en el futuro, ante el tribunal de Cristo, la palabra de Su aprobación, "bien hecho, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu Señor" ¡Amén!.

 

                                                                                                 C.  KNAPP

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[1] Profetizar, como se habla generalmente en el Nuevo Testamento, no es exactamente lo que llamamos un "don", sino más bien que uno, en verdadera comunión con Dios, habla para "edificación, exhortación, y confort" para los oyentes. Ver 1ª Cor.13:9 y 14:3-4.-

 

[2] Tenemos una confirmación indirecta de esto en que el tema de la profetización de las sujetas hijas de Felipe no ha sido mencionado, mientras la profecía de Agabo concerniente a los cadenas de Pablo y su aprisionamiento fue públicamente declarado.

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ALGUNOS ESCRITOS PARA LAS HERMANAS, J.N.DARBY y OTROS

ALGUNOS ESCRITOS PARA LAS HERMANAS

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SUJECION DE LA ESPOSA  A SU MARIDO
Notas sobre la Epístola a Los Efesios, Capitulo 5.

 Es muy familiar la manera que el Nuevo Testamento nos presenta la instrucción: hay una relación hecha, desarrollada con amplitud  e insistencia en la Palabra, tenemos que glorificar a Dios por esto. Igualmente hasta en las cosas naturales esto es así, el Espíritu de Dios se sirve de la relación diaria  como una ocasión para manifestar la relación espiritual que nos corresponde. Y si nuestros corazones están ocupados  de la extrema gracia que ha formado un  vínculo nuevo y eterno, podremos encontrar, en la relación natural como en la relación espiritual, no solamente un motivo, sino un modelo y  poder para glorificar a Dios. En ninguna parte esta verdad ha sido demostrada de una manera tan sorprendente que en la primera de las relaciones en las cuales el Espíritu de Dios  se extiende  de una manera muy particular: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;»

La primera comparación que él emplea para entrar en la relación espiritual que nos es presentada bajo la figura del matrimonio, hace resaltar  en primer lugar  la primacía del hombre como teniendo la fuerza particular en la vida matrimonial.  Sabemos todos que, en el matrimonio, el hombre  es la cabeza de  la mujer; es decir  que aunque el matrimonio no existiera, el hombre tendría, independientemente del carácter, un lugar que no puede tener la mujer.

Un hombre puede tener falta de cordura y  su mujer tener mucho mas firmeza y sabiduría; pero esto no cambia en nada el orden de Dios. Un  hijo  puede estar dotado de una gran prudencia, mientras  que sus padres sean   débiles e imprudentes. Sin embargo, la relación es absolutamente independiente del carácter particular, del estado, de la condición, sea de aquellos que ocupan un cargo superior, sea de aquellos que están en la posición  subordinada. Y es muy importante que tengamos esto muy  asentado en nuestras almas,  a  fin de que   las circunstancias nunca puedan servir de pretexto para  trastocar el orden de Dios. Hay circunstancias  penosas que dan inmensas  dificultades  en ambos lados. Pero, es de una gran importancia recordar que, en todos los casos, la autoridad del orden según Dios subsiste siempre, nada justifica jamás la desobediencia a Su voluntad.  Puede haber casos donde la obediencia en el orden natural según Dios sería un pecado; allí  donde  la desobediencia a Dios no es un deber. No es posible que  seáis emplazados  a desobedecerle  en cualquier circunstancia; pero  puede que seáis  llamados a obedecer a Dios más que a los hombres. Es una gracia muy grande, en verdad, que los casos sean raros donde  la obediencia a Dios  comprende una aparente infracción al orden natural y al deber moral.  Sin embargo,  tales casos se pueden presentar. Veréis, por ejemplo, al comienzo del libro de los Hechos, a  las autoridades de entonces, que gobernaban al pueblo de Israel ordenando a Pedro y a Juan  que no enseñasen   en el nombre de Jesús.  Ahora bien ¿Qué podían hacer ellos, sino  colocarse bajo la autoridad de Dios? Podían declarar  a  los  mismos gobernadores en frente de todos los hombres que sus conciencias estaban  ligadas  hacia Dios. Así pues, antes de entrar en las particularidades, constatamos que ese gran principio permanece y permanece perfectamente claro, a saber, que la obediencia es siempre  la porción del cristiano.

Luego, como resultado de la exhortación general de someternos los unos a los otros en el temor de Cristo             ( porque en este capítulo  el honor es continuamente atribuido a Cristo) el Espíritu escoge en primer lugar,  muy  apropiado  en  la mujer cristiana, y coloca este principio: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;» Puede parecer que este lenguaje sea muy fuerte cuando pensamos en lo que pueden ser los maridos, sin embargo es de mucho valor estar siempre seguros que Dios está en la verdad. En la prudencia humana esto puede parecer  poco circunspecto. ¿Puede ser igualmente que tengáis un marido inconverso?  Pero permitid solamente intervenir al Señor y tendréis  en seguida  el poder que  da la sumisión fácil  y aprended hasta que medida  la sumisión debe ser llevada. Pero lo demás, vosotras tenéis lo que os guardará  contra el abuso del principio: «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;» Del momento que se hace intervenir al Señor, cada cosa entra en su verdadero lugar. Si se trata de una prueba o de un sufrimiento,  o de  palabra, sea lo que sea, es lo mismo. El Señor puede colocarnos en medio de grandes dificultades y de grandes peligros. ¿Que es lo que conviene al cristiano bajo  parecidas  circunstancias? Una sumisión sin reserva. Porque debo estar segura que, cualquiera que sean los quebrantamientos de espíritu que tales `pruebas puedan ocasionar, sin embargo todo lo que hace el Señor es mucho mejor y es lo  mejor, y, en resumidas cuentas, el mas  justo que fortalece mi alma— el Señor  es  incapaz de ordenar respecto a mí  uno sola cosa que no sea para el bien duradero para la alabanza su propio nombre.

 La mujer cristiana puede tener un marido que la hace sufrir cosas duras y penosas; posiblemente la trata como nada y a menudo  le exige lo que es irrazonable. Pero si el yugo está resentido, ¿que lo puede calmar? «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;» la mujer debe someterse a su marido como al Señor; que ella vea en esto al Señor, en lugar de la falta de consideraciones y del mal carácter del marido, y  así su camino será fácil. Es necesario que ella  lo haga un ejercicio, no simplemente un deber, sino de confianza en el Señor, que está por sobre todo  en su amor, sus cuidados y su gobierno.  Es allí donde el Espíritu Santo coloca el punto de partida y la base de las  instrucciones variadas que va a seguir.

Comienza por esta gran verdad de que la mujer cristiana debe someterse a su marido como al Señor.  No se trata entonces simplemente  de una cuestión de afecto, que  consideraría solo al hombre; si duda el afecto es una cosa absolutamente necesaria como elemento natural, pero también  se encuentra en personas que no son cristianas. Sin embargo  no se trata de lo que puede exigir el marido, ni de lo que yo puedo creer que es conveniente.  Tales cosas pertenecen al dominio de los sentimientos  y de la moralidad. Pero  lo grande es, que Dios no puede estar con una mujer cristiana que marcha habitualmente en la desconsideración  de Aquel que hizo la base de esta relación, en  ella, como mujer,  No le permitirá a un cristiano marchar sólo según principios morales o convencionales. Estas cosas pueden ser buenas  en su lugar, pero, como cristiano, tengo un llamamiento mas elevado, el cual derrama, —cualesquiera que sean  las dificultades y aun cuando aquel al que debo la sumisión no fuera cristiano—la dirección bendita; «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;». El da a la mujer cristiana el privilegio de ver al Señor detrás de la persona del marido, y es a Él que ella debe servir y a Él debe someterse. Hay en este pensamiento una gran consolación para la mujer cristiana aun en la más probada. Pero entonces se presenta   el límite de la prueba—porque hay un término en cada senda— y  esta es: que Dios no nos coloca nunca en circunstancias  donde podamos impunemente cometer pecado. Así pues, admitiendo que un marido pida lo que sería un pecado, la mujer sabe desde luego  que no está bajo la obligación de obedecer; porque  se le dice que debe someterse a su marido como al Señor.  El Señor nos sancionaría nunca aquello que sería un pecado.

Tenemos que velar muy cuidadosamente en nosotros mismos  a este respecto. Allí donde existe la menor tendencia de  apartarse de la senda de la sumisión, haremos bien en examinar y sondear si somos sabios según Dios.  La naturaleza no tiene nunca su complacencia bajo la  sujeción. Y si me encuentro en el caso de tener que servirme de la verdad de Dios para  justificar un  acto  donde yo manifestara una   falta de sumisión hacia la autoridad del otro, necesito, aquí sobretodo, cuidarme de mi mismo con  un mayor celo. Cuando estamos en una senda donde la sumisión es requerida, dejemos el lugar al Señor  para que Él sea  con nosotros. Si deseamos que nuestra obediencia esté marcada por un santo carácter de fe y de poder, consideremos que es al Señor que obedecemos, aunque sea que estemos sumisos a  una autoridad terrenal. La verdad bendita que el Señor introdujo, comienza a abrirse ante nosotros:

« Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es su Salvador»…

                                                           W. Kelly
 

Traducido de "El Mensajero evangélico" año 1954.

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EL LUGAR DE LA MUJER
Notas tomadas de las reuniones de Paris
Año 1946-1947

 
 1Timoteo 2:11-15;
… tenemos que  velar que nuestro exterior sea según el Señor. En los versículos 9 al 11, es recomendado que las mujeres pongan cuidado con su compostura exterior. En el Antiguo Testamento (Deut, 22:5) el cambio de vestimentas entre el hombre y la mujer estaba  prohibido.  La persona que hacia estas cosas estaba en abominación con Jehová. Hoy día, Satanás busca poner confusión  en todas partes. Es como si el Señor dijera: Valoro que esta  mi sierva  (o mi siervo)  tenga una vestidura  conforme a mi Palabra, y no otra que esta”. En Pedro, encontramos el mismo tema de la compostura exterior vista por los incrédulos. Esta compostura puede constituir un poderoso testimonio (1ª Pedro 3:1-5). La vestidura exterior es, por otra parte, el reflejo del estado del corazón (el hombre escondido del corazón). Dios desea que las hermanas progresen, como los hermanos, en el conocimiento del Señor.

Una hermana  es considerada como un vaso muy frágil (1ª Pedro 3:7), pero Dios  desea llenar ese vaso tanto como el corazón del hermano. La  mujer no debe enseñar ni hablar en público (1ª Cor 14:34). Dios se lo prohíbe,  y si lo hace  deshonra a  Dios y se deshonra a si misma. Pero su alma puede progresar en el gozo y en el conocimiento del Señor en la comunión con Él. Debe aprender en el silencio, en toda sumisión, y debe aprovechar todos los medios que Dios  le da para su crecimiento, y  no faltará en colocar a su disposición para esto; tenemos un bello ejemplo en Maria a los pies del Señor (Lucas 10:39). Dios  coloca al marido para instruir a su mujer, pero también tiene en su mano todos los medios,  y si la mujer  no tiene marido, ella será como Ruth la Moabita de quien Booz dijo: «Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.»  (Ruth 2:9).

El Señor provee de  Sus siervos    a quienes  Él da la fuerza,  la capacidad necesaria y, por su medio, Él da  la  frescura para todos.   ¿Aprovechamos las reuniones preciosas que Él nos da?  Es necesario aun recordar que Booz recomienda a Ruth que no vaya a otro campo. El Buen Pastor nos conduce a  los  verdes pastos  que responden a todas las necesidades para todos los tiempos, pero no es necesario ir a otro lugar a  buscar un alimento  dado por el hombre en la carne. Es un hecho general que eleva  más alto  al  cristianismo. La mujer cristiana que olvida estos versículos deshonra a Dios  y no atrae sobre ella bendición. Si la mujer desea ser bendecida ella debe quedar en su lugar. 

Las mujeres que han quedado fieles en su lugar, Dios las ha honrado. Dios nos explica el  porqué la mujer no debe usar de autoridad sobre el hombre y debe aprender en el silencio. Para  aquella que se somete, la bendición es dada por Dios, una riqueza de misericordia frente a todo lo que el  estado de la mujer  necesita (salud del cuerpo a través del alumbramiento).  Es el  privilegio de la mujer cristiana  que puede confiar en Dios en la fe y en la obediencia.

 

1ª Timoteo 3:11

.. Se trata especialmente de las esposas de los ancianos y siervos, sin embargo los caracteres mencionados aquí se aplican a todas. Deben ser sobrias, fieles en todo. Los ancianos y siervos pueden ser llamados, como lo dice n los versículos   anteriores a penetrar en ciertos secretos. Es necesario saber enterrar en su corazón muchas c osas y solamente hablarlas con Dios. Si se toma en cuenta todo lo que se oye, de todo lo que se sabe, se estaría en un estado de perpetuo problema. Antes de colocar alguna cosa en público, es necesario que el hermano
Coloque el asunto delante de Dios y que esté muy seguro que es la voluntad de Dios actuar así. Para las hermanas, es lo mismo. LA Palabra no olvida nada; en el capítulo 2, ella nos dice lo que debe ser la vestidura exterior de la mujer; aquí ella nos presenta  un estado interior mas profundo. La vestimenta exterior y el estado interior deben estar en armonía. La vestimenta exterior debe ser el resultado del estado interior, Este estado interior debe ser para todos; aquel que, aunque no siendo anciano ni siervo, o aquella que, no siendo la esposa de un anciano o de un siervo, dirá: “Esto no me concierne”, mostrará  con esto su poco apego al Señor y revelara que su corazón no desea servir al Señor de cerca. Ademas este estado malo influenciará sobre en toda la Asamblea. Algunos dicen que cada individuo es responsable, y no la Asamblea. Esto es un error, porque es un encaminamiento  hacia el estado del pueblo de Israel en los tiempos de los Jueces donde cada uno hacia lo que bien le parecía. LA Palabra nos dice: La Asamblea es manchada cuando ella tolera el mal (Ver 1ª epístola a los Corintios). El día cuando el principio de la responsabilidad individual personal sea admitido,  no será  más la Asamblea de Dios. . Y los hermanos que el Señor guardara en los principios de la Palabra estarían obligados a separarse de esto sin vacilación.  Ser marido de una sola mujer no se le dice solamente a los ancianos y siervos, es requerido a todos los hermanos lo sabemos en otro lugar de la Escritura. Aquí, esto es señalado a causa de la importancia del orden en el servicio que no puede ir a la par con el desorden  en los hogares. El orden familiar, en donde el asunto es tocado dos veces en este capítulo, reviste una importancia considerable en presencia de la tendencia actual de olvidar  en la familia las verdades que Dios, Él, no las olvida. . Esta tendencia. Cuyo origen es muy antiguo, no es más que la independencia. La autoridad ha sido dada  al hombre en la familia, el es el jefe del hogar, y todos los razonamientos y las teorías humanas no cambiarán en nada a la Palabra de Dios. ...

Traducido de “El Mensajero Evangélico” año 1966.

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El lugar en el Hogar

Efesios 5:22-24
«Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. »
 
Lo que se dice en estos versículos es fuerte, porque, como a menudo de los casos, la mujer puede tener mas sabiduría que su marido, pero el efecto de esta sabiduría será para la mujer dejar a su marido el lugar que Dios le ha dado; porque si la gracia de Dios actúa en el corazón, el orden de Dios reina siempre, y si la mujer gobierna, Dios no está allí. Pero si esta sabiduría especial de Dios es reconocida, el orden de Dios es mantenido, y la bendición es la consecuencia.

J.N.Darby

Traducido de “El Mensajero Evangélico” año 1968.

 

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El servicio de la Mujer


 Hasta ahora, hemos estado ocupados del servicio confiado a los hombres, al menos lo que concierne al ministerio público. No deseamos cerrar estas líneas sin antes recordar lo que el Señor confía a las mujeres, a las hermanas en la asamblea. El evangelio de Lucas revela de una manera particular la actividad de aquellas que  han seguido, servido y asistido al Señor con sus cuidados. Aunque  el ministerio público pertenece a los hombres, las mujeres manifiestan a menudo una devoción particular   hacia el Señor; su dominio es el de los afectos por Cristo: Es una mujer que unge sus pies. Muchas de ellas vinieron a la cruz, y después al sepulcro.

 El Señor las honra. ¿No es a una samaritana que le enseña el pensamiento de Dios en  cuanto a la adoración;  a la pecadora de Lucas 7, que riega sus pies   con lágrimas, anuncia el evangelio completo por primera vez;  a Maria de Betania quien le revela que ella había ungido su cuerpo para el día de su sepultura, a  Maria de Magdala que le comunica la posición y la relación de aquellos que son rescatados  y son introducidos por su sangre?

Si el servicio de las mujeres ocupa un lugar particular en el Nuevo Testamento, los libros del Antiguo Testamento nos presentan la actividad de  numerosas siervas. Tan pronto de haber pasado el Mar Rojo, oímos a Maria, hermana de Aarón, con todas las mujeres, cantar el cántico de la liberación (Éxodo 15:20). El capítulo 35 de Éxodo, que nos presenta al pueblo  de Dios ocupado por la preparación del tabernáculo, revela  las actividades de mujeres inteligentes y hábiles de Israel. Que su corazón aportó, hilando el azul, la púrpura, la escarlata, del lino fino y el pelo de cabra. ¡Que bendición para la asamblea, cuando las hermanas tejen en su corazón, cultivan en su hogar y aportan en la reunión lo que  es de ellas para glorificar al Señor, como también para asegurar la impermeabilidad en cuanto al mal y al mundo gracias al «pelo de cabra».! Ruth la Moabita es la imagen de un corazón resuelto, ansioso de recibir la bendición allí donde Jehová la  entrega. Cumpliendo una humilde actividad a los pies de aquel en el cual está  la fuerza.  Ana, madre de Samuel, mujer piadosa y espiritual, solo tiene un deseo, conducir a su hijo lo más pronto posible a la casa de Dios,  a fin de mostrarlo ante Jehová, el cual  habitará allí para siempre. Es lo que ella hizo. Podríamos considerar con provecho la sabiduría de Abigail. El discernimiento de la Sunamita y las virtudes de tantas otras mujeres mencionadas en las Escrituras.

Si la Palabra no autoriza a la mujer el enseñar públicamente, si ella ordena  guardar silencio en la asamblea, es verdad también que una hermana espiritual puede ser de una gran utilidad en el dominio privado y esto mismo  al lado de los hermanos, como condición que ella no se salga de su lugar, no usando la autoridad sobre el hombre. Aquilas y Priscila estaban juntos  cuando ellos conversaron con Apolos, explicándole más exactamente los caminos de Dios. (Hechos 18:26).

Pero la esfera de la mujer  es esencialmente la del hogar, de la familia. Pablo exhorta a las mujeres ancianas a enseñar buenas cosas, instruyendo a las hermanas jóvenes a amar a sus maridos, a amar a sus hijos, a ser sabias, puras, ocupadas del cuidado de sus casas, buenas, sumisas a sus propio maridos a fin de que la Palabra de Dios no sea blasfemada. Se sabe que la piedad no es hereditaria, pero un ejercicio personal,  como la fe de Timoteo sin duda inculcada por su abuela Loida  y su madre Eunice, como también antiguamente lo hizo la madre de Lemuel con su hijo,  auque era rey.

Permita el Señor inclinar el corazón de las hermanas para que sean llenos, en la esfera que les ha sido dada, el precioso servicio que Él les ha confiado. ¿La casa no es el lugar propicio para la oración? Ciertamente, las ocupaciones cotidianas  son propias para llenar los días, pero la piedad producirá la energía espiritual y la diligencia para poner a parte el tiempo necesario par la oración. Esto resultará en un enriquecimiento personal, una atmósfera santificada en el hogar, como también una bendición par la asamblea.
                                                                     

P.C.



 Traducido de “El Mensajero evangélico” año 1981.

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EL Lugar de la mujer en el servicio


Mateo 27:55, 56, etc...
La parte que toman estas mujeres en toda esta historia es muy instructiva, sobre todo para ellas.  La actividad del servicio público, lo que puede ser llamado «la obra» pertenece naturalmente a los varones (es lo  que en general lleva el nombre de ministerio), aunque las mujeres tiene parte en parte una actividad preciosa en el dominio privado. Para hay otro lado de la vida cristiana que les pertenece especialmente: es  la  devoción personal hacia Cristo en el amor: Es una mujer que ungió al Señor, mientras que los discípulos murmuraban; son las mujeres que se encontraban en  la cruz mientras que todos, exceptuando a Juan, le habían abandonado; aun son las mujeres que vinieron al sepulcro, y fueron enviadas a anunciar a los discípulos  lo que había sucedido, luego que aquellos se habían vuelto a sus cosas; en fin,  son mujeres que asistían al Señor de sus bienes.
 
Y esto en verdad  esto va más allá. La devoción en el servicio puede ser  la porción del hombre, pero el instinto del afecto, lo  que entra más íntimamente en la posición de Cristo, que tiene  relación  con sus sentimientos,   en una muy estrecha comunión con los sufrimientos, es parte de la mujer, —seguro parte p muy gozosa.  La actividad del servicio para Cristo coloca al hombre un poco fuera de esta posición, al menos que el cristiano no esté vigilante. Sin embargo cada cosa en su lugar. Hablo de lo que caracteriza  a la posición de cada uno. Porque hay mujeres que han servido mucho, y hombres que han sentido mucho.

 Notemos también esto, lo que creo haber observado, que esta atracción de corazón hacia Jesús es la posición  de aquellos que han recibido las comunicaciones del verdadero conocimiento. El evangelio completo es anunciado  por primera vez  a una  pobre mujer   que era pecadora  y que enjugaba sus lagrimas a los pies de Jesús. (Lucas 7).
 
A Maria de Betania le anuncia que ella lo ha embalsamado para su muerte; a Maria Magdalena le hace conocer  nuestra posición mas elevada, y la comunicación que Pedro podía, la ha hecho a Juan que estaba en su seno. Y vemos que aquí las mujeres han tenido una gran parte.
                                                            

J.N.Darby

 

 Traducido de “El Mensajero Evangélico” año 1877.

 

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LA MUJER NO DEBE PREDICAR EN PUBLICO

La mujer no debe predicar EN PUBLICO.


          1. 1 Timoteo 2:11, 12, "no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio".


          2. 1 Cor. 14:34, "vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas". Los versículos 19, 27, 29, etc. dicen hablar, y se refiere al hablar públicamente, o sea, en la asamblea. Pablo prohíbe que la mujer hable en la asamblea.


          3. Rom. 16:1, "hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea". La palabra diaconisa significa servidora; es decir, servía como se explica en los versículos 2, 6 y 12. Compárese también Hechos 9:36, 39 (el caso de Dorcas). Estas mujeres no predicaron en el púlpito.


          4. El trabajo principal de la mujer es el trabajo doméstico. 1 Tim. 2:14, 15; 5:14; Tito 2:3-5. Al cumplir con su papel doméstico la mujer sirve al Señor.


          5. La mujer debe enseñar a otras mujeres, Tito 2:3-5. Desde luego, la mujer puede y debe enseñar a los niños (a sus propios hijos y a otros).


          6. Pablo dijo que Tito debería enseñar con toda autoridad (Tito 2:15), pero no da tales instrucciones a la mujer.


          7. No había mujer entre los 12 apóstoles, ni entre los 70 enviados por Jesús (Luc. 10). Desde luego, los ancianos y los diáconos eran varones (1 Tim. 3).


          8. Por lo tanto, la mujer no debe predicar. Pablo lo prohíbe y en la iglesia primitiva no había ejemplo de predicadoras, ni directoras de oraciones y cantos.


          9. Las mujeres que predican lo hacen sin autoridad divina y desobedecen la prohibición de Pablo.

 

 

 

 

LA MUJER DEBE ENSEÑAR

La mujer debe enseñar la palabra

Introducción.

      A. Algunos afirman que la mujer no puede enseñar una clase bíblica, pero es afirmación que no se puede probar por la Biblia.

      B. Algunos afirman que la mujer no puede decir nada en una clase bíblica, pero es otra afirmación no bíblica.

I. 1 Corintios 14:34, 35

      A. Examínese el contexto:

      1. 1 Cor. 12:1, "los dones espirituales".

      2. 1 Cor. 12:8-10, los nueve dones.

      3. 1 Cor. 13 el amor es superior a los dones; cesarán éstos cuando venga "lo perfecto" o sea la revelación perfecta (completa), el Nuevo Testamento.

      4. 1 Cor. 14:1-6, la profecía es mayor que las lenguas.

       a. Las lenguas sin interpretación no tenían valor, v. 7-19.

       b. El propósito de las lenguas: servían como señal para los incrédulos, v. 20-25.

      B. La regulación de los dones de lenguas y profecía.

      1. 1 Cor. 14:27, 28, el uso correcto de las lenguas.

      2. 1 Cor. 14:29-33, el uso correcto de la profecía.

      3. 1 Cor. 14:34, 35, "vuestras mujeres callen" ("es indecoroso que hable en la congregación"). "Hablar" en este capítulo quiere decir hablar públicamente, hablar en la congregación (v. 23, "si toda la iglesia se reúne en un solo lugar). Obsérvese la palabra "hablar" en el capítulo: v. 19, 23, 27, 29, 34 etc.

       a. Además: las mujeres que debieran callar eran aquellas que pudieron preguntar en casa a sus maridos. ¿Cuáles de los maridos en la con­gregación sabían más que sus mujeres? Es probable que "vuestras mujeres" se refiere a las esposas de los profetas.

       b. Sin embargo, el punto principal es que este texto no se refiere a ninguna "clase bíblica" como las que tenemos, sino a la asamblea (v. 23).

       c. Y el "hablar" significa hablar en público. La mujer no debe hablar en público ni para hacer pregunta, para evitar el desorden y con­fusión v. 40.

II. 1 Timoteo 2:11, 12.

      A. La palabra clave en este texto es la pa­labra "sujeción": dice Pablo, "con toda sujeción".

      1. El "estar en silencio" no es absoluto, porque la mujer debe cantar (Efes. 5:19), y confesar su fe (Rom. 10:10).

      2. Hay contraste entre el ejercer dominio sobre el hombre y el estar en silencio, expresión que equivale a estar en sujeción.

      B. Este texto no permite que la mujer:

      1. predique públicamente;  2. enseñe una clase compuesta tanto de hombres como de mujeres; 3. enseñe una clase de hombres, ni de hombres jóvenes; 4. dirigir los cantos en la asamblea; 5. dirigir las oraciones en la asamblea; 6. enseñe una clase de hombres y mujeres sentada ella en la clase pero dominando la clase, poniendo en ridículo al maestro, etc.

III. Pero la mujer sí debe enseñar.

      A. A los hijos. Efes. 6:4; 1 Tim. 5:14; 2 Tim. 1:5.

      B. A otras mujeres. Tito 2:3-5.

      C. Al marido. 1 Cor. 7:14-16; 1 Ped. 3:1-3.

      D. A  todos (dentro de los límites establecidos por Pablo en 1 Tim. 2:11, 12).

      1. Hech. 8:4 todos los esparcidos (las mujeres incluidas) iban anunciando el evangelio.

      2. Hech. 18:26, Priscila, estando al lado de su marido, enseñó a Apolos (sin violar 1 Tim. 2:12).

      3. Fil. 1:27, a todos Pablo dice, "combatiendo unánimes por la fe del evangelio".

      4. 2 Tim. 2:2, "esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros". La palabra, "hombres" viene de anthropos (hombre, en sentido genérico) y no aner (varón).

      5. Heb. 5:12, "debiendo ya ser maestros", se incluyen las hermanas en este texto también.

      6. Judas 3, "contendáis ardientemente por la fe". Todos deben obedecer este texto.

      7. 1 Ped. 3:15, "estad siempre preparados para presentar defensa", enseñanza que incluye a la mujer también.